sábado, 28 de julio de 2012

ASUNCIÓN - Elvio Romero



             ¿Qué haré con esa ciudad que ha sido mía,
qué por tenerla cerca,
por recoger su sombra, su sonrisa,
por rescatar su aroma y hacer que me recuerde;
yo, que la llevé en los ojos, hablándole al oído,
a ella, que tuvo mi amor alegremente,
huérfana y sola ahora,
deslucida, enajenada de sí misma, de su calma,
penetrada por otros que marchitan la flor de sus chivatos?

            La asediaré, sin embargo,
queriéndola como siempre,
ciudad (¿mujer?) de atmósfera tranquila
y de jazmín sensual; estrujaré su cuerpo
(¿un jardín, una esquina, una tibia arboleda?),
la tendré en mis brazos, sacudiré sus cabellos
hasta hacerle cantar,
y la besaré
y la haré sollozar por mí, por el enamorado,
y le diré que es fea, dorada y adorada,
le morderé los labios dulcemente
hasta hacerla llorar,
y por ser huérfana y sola, en una noche quieta
y de silencio, con su amor en los labios, sollozaré con ella.